Fibra: Carbohidratos que el organismo no puede digerir y que principalmente las obtenemos de plantas.
La fibra se engloba en soluble e insoluble.
Es importante hacer esta distinción porque las propiedades y beneficios dependerán del tipo de fibra que consumamos.
Fibra insoluble:
Este tipo de fibra llega al sistema digestivo y estimula el movimiento de los intestinos, provocando el recorrido adecuado de los alimentos a lo largo de este.
Evita la constipación o estreñimiento, además de que reduce las probabilidades de desarrollar cáncer de colon.
Los alimentos que son ricos en fibra insoluble son:
Granos enteros como avena, trigo y también las plantas.
Fibra soluble:
Gracias a que es soluble en agua, puede formar geles viscosos, los cuales tienen muchos beneficios para la salud.
Por ejemplo, este tipo de fibra es el aliado perfecto para las personas que están con un plan alimenticio, ya que los geles que se forman provocan que los alimentos tarden más en salir del estómago y esto provoca un estado de saciedad, disminuyendo las ganas de comer.
Un dato interesante es que la fibra no aporta calorías directamente, debido a que el organismo no la asimila, sin embargo, cuando se metaboliza la fibra, esta genera ácidos grasos, los cuales el cuerpo puede usar como energía, la cual se suele ignorar, ya que es muy poca.
